miércoles, 18 de julio de 2012



De la Virgen del Carmen la fiesta:
gigantes, cabezudos, pólvora,
con tiovivo, noria y la ola,
dieciséis de Julio es la fecha
que marca indeleble le queda
grabada entre ceja y ceja;
mas, aunque pareciere queja,
no es tal, pero por poder, pueda,
pues es mal recuerdo que deja
lo que escrito al final queda.

Con seis años, -ha ya cincuenta-,
no pudo disfrutar aquel niño,
pues requiere del seso tino
-del cual les faltaba un poquiño-,
por beber, y más de cuenta,
pues al darle de beber vino,
cogió cogorza él, mas sin tino,
pues culpa fue de mala gente,
y no por dar agua de la fuente ,
que fue birra, tinto y albo vino.

Tonto, para reír asaz hizo:
maullar, ladrar y cacarear,
a más de una soez que dijo,
mas esto, a él nadie le cuenta,
pues hasta ahí su recordar,
aunque al parecer hay más,
según el encargado dijo,
como llorar, dormir y vomitar,
en veces que se perdió la cuenta,
al resguardarlo en cobertizo.

Como el Sol en Julio aprieta,
y beodo más de la cuenta,
le llevó en brazos acá y allá
por ver si consigue espabilar,
pues el atardecer se acerca.

¡Ay! ¿Cómo la madre lo ha de tomar?
Para almorzar fue el permiso
y no para emborrachar al hijo
con cogorza de este estilo,
por darle a beber vino
y no agua del botijo;
mejor cosa será el inventar
-y cualquier pretexto valdrá-,
pues a las seis se deja la obra,
y la bronca les echará fijo.

¡Vaya! mal les salió la broma,
pues las fiestas se las perderán,
con gigantes y cabezudos,
la madre con enfado y pesar,
con rabia y malestar los hijos,
pues los obreros sin ver el mal,
óbito pudiéronle provocar,
según el doctor don Julio dijo,
ya que al punto estuvo a entrar
en profundo coma etílico.

Tú, mayor, no has de dar
de beber a un niño vino,
ni siquiera a probar,
cerveza, tintorro o albillo,
pues lo suyo es jugar,
divertirse, que está en edad
de correr e ir detrás
de gigantes y cabezudos.



Adrián Martín Alonso
(AdriPozuelo)
Villamanta, Madrid
16Julio de 2007














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